la maternidad y el bebé

El bebé, al desarrollarse en la madre, no conoce más que a ella en este mundo, y no por rasgo físico ninguno, sino por las emociones de ésta (La Madre); el bebé conoce a su madre por su voz cuando el sonido resuena en sus células a medida que se van formando; la conoce por sus emociones, que él también siente; reconoce cuando su madre está contenta o triste, cuando canta y cuando llora, cuando se fatiga y cuando descansa, cuando duerme y cuando está activa… Por estas cosas la conoce.
Cuando sale de su interior, del lugar donde estaba seguro, cuidado y abastecido de todo, fuera todo le resulta extraño y tenebroso; es por esto que un bebé se asusta, y cualquier ruido o presencia le producen inquietud, incluso la presencia de su propio padre, porque solo conoce a su madre por sus sensaciones.


Aún no sabe manejar los sentidos del oído, de la vista, del olfato, ni del tacto, ni del gusto. Hasta ahora en el interior de su madre, sentía lo mismo que ella, él era ella, no sabía distinguir aún, que es un nuevo ser, una personita diferente. Ya en el exterior todo de es distinto, ahora todo lo percibe por sus propios sentidos. En su madre estaba completamente cuidado, no necesitaba ni tan siquiera mover sus labios para alimentarse, ni lavarse, ni tenía frío, ni tampoco calor, se sentía completamente a gusto, a salvo, seguro, en paz y plenamente feliz, por eso la tendencia de los bebés a abrazarse a sus madres. Ahora, después de nacer, todo es y será desconocido y muy distinto para él.
Así cuando el bebé está asustado, el oír tan solo la voz de su madre le tranquiliza, porque la sabe cerca y comienza a sentirse a salvo, y cuando ella le toma en sus brazos, el bebé siente plena seguridad, se siente protegido del todo en los brazos de su madre, porque reconoce sus latidos, el ritmo de su respiración, de sus movimientos, el candor de su calor, que le dan paz y felicidad.


El bebé llega a conocer a su padre por medio de su madre, cuando ve que ella no se asusta de él; del sonido de su voz, de su presencia. Con el día a día el pequeño va aceptándole, y porque su madre se alegra de verle, él también termina alegrándose al oír y ver a su padre.
Así va conociendo el mundo exterior, la mejor manera para él, es comenzar a conocerlo junto a su madre, que le proporciona la seguridad que nadie más le puede dar; mientras se va familiarizando con los exteriores de este mundo y la sociedad que le rodea y de la cual, un día formará parte activa y constructiva.
La presencia de la madre es insustituible, para que los niños crezcan seguros y fortalecidos para afrontar las sorpresas, dificultades y durezas que encontrarán en su camino por la vida; si no están fortalecidos en esto, siempre tendrán tendencia al temor, y la debilidad e inseguridad se apoderarán de ellos durante los momentos difíciles en su existencia.

